El sueño de tener una excelente vía que comunique a la capital del país con los Llanos Orientales no es una ambición reciente. Aunque parezca asombroso, desde hace 238 años se tiene ese propósito.
La diferencia es que mientras en el siglo XVIII la idea de llegar por tierra a la llanura colombiana, representaba una odisea de más un mes de duración, el proyecto actual contempla un recorrido de solo 90 minutos, un tiempo sencillamente impensable y quijotesco para nuestros antepasados.
Pero ha tenido que transcurrir mucho tiempo, incluido el que resta por pasar, para tener la tan anhelada vía. Un camino lleno de anécdotas, dificultades, aspiraciones y, sobre todo, con mucha historia.
Según la historiadora Nancy Espinel Riveros, en su libro Villavicencio, dos siglos de historia comunera , aunque algunas referencias de los cronistas e historiadores dejan entrever que el ingreso a los Llanos de San Juan y San Martín se realizaba por diferentes vías, tal vez por los caminos ya establecidos por los indios en épocas anteriores a la Conquista, todo parece indicar que el primer plan vial que se trazara para comunicar a Santa Fe de Bogotá con los Llanos de San Juan y de San Martín, fue el que aprobó el Virrey José Solís Fochs de Cardona en 1759, cuando Eugenio Alvarado, integrante de la Comisión Hispano-Portuguesa, que definiría los límites de España y Portugal entre la Nueva Granada y Venezuela, procedente del Orinoco, sometió a su consideración un plan que contemplaba la comunicación fácil entre Santa Fe de Bogotá y el Alto Orinoco .
El plan fue concretado por el Comisionado Eugenio Alvarado, mediante el trazo de una vía que partiría de Santa Fe por Cáqueza a dar al sitio de Apiay, en dirección a San Martín . El mismo Alvarado dirigió la obra que en dos años fue terminada y para cuyo tránsito el Virrey ordenó el pago de un real por cabeza de ganado que por ella se transportase.
Cincuenta y siete años después (1816) de la apertura de la vía, don Pascual Enrile, segundo del Pacificador Morillo, valiéndose de la mano de obra de los patriotas hechos prisioneros hizo abrir y componer cuantos caminos pudo, atendiendo a la configuración física del país... y abriendo un camino por Cáqueza y Apiay al puerto de Petaquero sobre el río Negro, que cae al Meta . Sin embargo, la revisión de documentos no indica si realmente se efectuó dicho plan.
Lo cierto fue que para 1846 Santa Fe de Bogotá ya se empezaba a enlazar con los Llanos, pasando por pueblos tan antiguos como Usme, Chipaque, Cáqueza, Fosca y Quetame.
Sorteando peligros En el transcurso del siglo pasado, personalidades vinculadas a la región y a las altas esferas del Gobierno, como el general Santos Gutiérrez y el doctor Emiliano Restrepo, recomendaron la modificación de algunos de los tramos más peligrosos del camino, hasta llegar a la consolidación, casi definitiva, de la actual vía que de Bogotá conduce a Villavicencio.
Durante el recorrido realizado por don Emiliano Restrepo en su viaje de Bogotá a Villavicencio en 1869, este anota en una de sus crónicas que: Esa detestable senda parte de la plaza de Quetame, sigue por una empinadísima cuesta hasta el alto de la Huesada , desciende luego por una cuesta más larga que la anterior, a la quebrada de Trapichito ; sigue en travesía, flanqueando la cordillera, no lejos del río Negro (única parte del camino actual racionalmente trazado), hasta el pie de Monterredondo dejando atrás las torrentosas quebradas del Naranjal y Marcelita .
Don Emiliano añade que Cuan penoso debe ser el recorrer el trayecto de camino que dejamos descrito; la marcha de la bestia tiene que ser lenta por fuerza. Por intervalos es preciso dejarla descansar, para que adquiera fuerzas nuevas, y para que regularice su respiración, acelerada por las pendientes que ha sido preciso recorrer .
El general Santos Gutiérrez en 1869 propuso unas obras entre Quetame y Villavicencio, que se suspendieron debido a falta de presupuesto en las partidas nacionales.
Datos más recientes dan cuenta que la primera etapa (Bogotá-Chipaque) se terminó en 1928. la segunda etapa (Chipaque-Cáqueza) se terminó en 1932; y finalmente, la carretera llegó a Villavicencio en 1936.
Cuenta Nancy Espinel que durante el período anterior a la construcción del carreteable, el transporte se hacía a pie o en mulas, mediante la realización de jornadas descritas con sumo interés debido a las condiciones del camino, por ilustres viajeros como Ernst Rothlisberger, Eduard André, Emiliano Restrepo y Agustín Codazzi, entre otros.